¿Puede el Gobierno
descifrar tus mensajes de WhatsApp?
Reabierto el debate acerca de los
accesos de los gobiernos a las comunicaciones de los ciudadanos en aras de
prever ataques de los terroristas
¿Puede el Gobierno descifrar tus
mensajes de WhatsApp?
José Andrés no sabe qué es eso de
la encriptación. También desconoce el significado de descifrar los mensajes.
Pintor y escultor de profesión, se declara incluso detractor de las nuevas
tecnologías, pero ello no le exige de beneficiarse de la mensajería instantánea
desde el móvil, gracias a lo cual ha mantenido largas conversaciones con amigos
y le ha servido para ahorrar en llamadas telefónicas y mensajes de texto.
Su historia es una de las muchas
que se encuentran en una sociedad cada vez más hiperconectada y en la que
WhatsApp se ha erigido como rey de una nueva forma de comunicación
interpersonal. Cuestionado hasta la saciedad, esta aplicación, ahora filial de
un gigante sin patas llamadas Facebook, ha venido adoptando mejoras en
seguridad en los últimos meses en aras de mejorar su sistema de encriptación de
las conversaciones. De esta manera prometen- no hay forma de interceptar los
mensajes.
En los últimos siglos, las
sociedades occidentales se han agitado en los momentos en los que los
respectivos gobiernos de turno intentaban desequilibrar la balanza de la
seguridad nacional. Si la sensación de seguridad ciudadana implicaba una
reducción de sus libertades, mal. Si se producía el efecto contrario, también
desentrañaba los cuchillos de la crítica.
El debate actual acerca de una
posible modificación del Tratado de Schengen, que permite la libre circulación
de las personas en los territorios adscritos, llega en un momento crucial para
la sociedad en la que las nuevas tecnologías lo ha impregnado todo. Tras los
terribles atentados de París, que se saldó con la muerte de 17 personas a manos
de unos terroristas islamistas, ha comenzado a pasear entre las altas esferas
la posibilidad de introducir sus manos en el flujo conversacional que
proporcionan los nuevos dispositivos móviles.
Para proteger este tipo de amenazas,
las administraciones internacionales, encabezadas por las potencias EE.UU. y
Reino Unido, han dejado caer la posibilidad de establecer nuevos cauces para
acceder a las conversaciones de los ciudadanos. La comunicación ha adoptado
nuevas formas en los últimos años y, como siempre que sucede en este tipo de
casos, (pasó en Reino Unido y en Grecia, y el control por parte de regímenes
como Corea del Norte es preocupante), las autoridades aseguran que no pueden
evitar prever atentados sin tener completo acceso a las conversaciones de
aquellos que planean atrocidades, como recuerda en un reportaje la cadena BBC.
Fuentes de la unidad de delitos
telemáticos de la Guardia Civil consultados por ABC en anteriores ocasiones han
reiterado que los protocolos de seguridad adoptados en los últimos tiempos por
parte de las principales compañías de internet (Facebook, iMessage, WhatsApp,
Twitter o Snapchat) les dificulta desencriptar los mensajes.
A España le ampara el artículo
18.3 de la Constitución Española, que regula el secreto de las comunicaciones,
un aspecto que constata la Ley General de Telecomunicaciones (artículo 36),
aunque introduciendo matices: «el cifrado es un instrumento de seguridad de la
información». Sin embargo, sí deja escrito que en diversos casos (terrorismo,
órdenes judiciales), se podrá imponer la obligación de facilitar a un órgano de
la Administración General del Estado o a un organismo público los algoritmos o
cualquier procedimiento de cifrado utilizado.
Rizando el rizo, el Primer
Ministro británico, David Cameron, ha planteado una polémica propuesta, que
puede volver a levantar ampollas. Su idea es abrir la puerta a la prohibición
de estos servicios que circulan a través de las infraestructuras de internet.
El primer ministro ha prometido que si los Conservadores ganan las próximas
elecciones se encargará de hacer «una normativa exhaustiva que garantice un
lugar seguro donde comunicarse».
Y es que las guerras han cambiado
de territorio en los últimos años. La guerra se libra ahora en internet. Los
ciberdelincuentes, financiados ya por países, mueven a nivel mundial más dinero
que el narcotráfico. Y son capaces de perpetrar más daño que un arma, puesto
que un ataque a las infraestructuras propias de una región o a los recursos
básicos pueden destrozar no solo su economía. Por esta razón, las grandes
potencias invierten capital (económico y humano) en desarrollar herramientas de
ciberdefensa. El propio Barack Obama, presidente de EE.UU., ha anunciado
reformas tras los ciberataques de Sony y al Pentágono. La ciberseguridad se
expande.
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